GUARANDA, 25-03-2012
NO A LA VIOLENCIA VERBAL!
En la gramática, una palabra es el segmento separado por pausas o espacios, pero una palabra dentro de la dialéctica diaria equivale a un poderoso efecto en la conducta de quien la pronuncia y que puede reducir los niveles de autoestima o como puede incrementar sus emociones; que puede ser la solución de problemas a través del diálogo o como puede convertirse en un acto de diversos descalificativos.
Ahora que vivimos la globalización, que según McLuhan “la alfabetización es demasiado especializada”, ya que “la cultura electrónica de la aldea global nos coloca ante una situación en la que las sociedades enteras se intercomunican mediante una especie” de gesticulación macroscópica…”; es decir, se produce la paradoja que mientras la aldea se globaliza el mundo se aldeaniza, lo que implica que se pierdan los sentimientos de pertenencia territorial.
Se ha dicho que “la violencia verbal es más difícil de percibir porque no deja cicatrices físicas” pero sus efectos pueden ser muy nocivos si se trata de discusiones en pareja, en familia o parentesco, peor aún si de por medio está la presencia de niños. Tomemos en cuenta que el mayor número de crímenes provienen de los ataques verbales, intolerancia y falta de cultura en valores éticos y morales; prevenirlos a tiempo implica reducir el grado de conflictividad y violencia, sobre todo en jóvenes entre los 16 y 24 años de edad.
Prevalidos ahora de las bondades de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (NTIC), las redes sociales, el internet, el correo electrónico, etc. asumimos muchas veces un papel de ataques con adjetivaciones prohibidas por la ley y excluidas de toda convicción humana; y, no solamente eso, sino con expresiones tendenciosas, sagaces y precipitadas; con un uso irracional de nuestro castellano que tal vez no sea por falta de un estricto proceso de enseñanza – aprendizaje (PEA), sino gracias a la libertad de opinión, pensamiento y expresión garantizada por la Constitución de Montecristi.
Desde este prestigioso rotativo hemos efectuado cordiales llamados a la ciudadanía para reclamar y exigir el cumplimento de los derechos colectivos, pero eso no implica que tengamos que acudir a la ofensa, al insulto, a la diatriba para que nos escuchen nuestras autoridades, dignatarios y funcionarios públicos, muchas veces no solo con adjetivaciones peyorativas sino con expresiones que pueden ser la razón para una acción legal ante los Tribunales de Justicia que obliguen a demostrar lo aseverado y con las consiguientes sanciones de carácter moral, civil y penal.
Muy ponto pronto entraremos en campaña política electoral para designar a nuestros representantes, pero esta vez igual que otras digámosle ¡no a la violencia verbal! e invitemos a todos los actores políticos, a sus partidarios, a sus seguidores y a la ciudadanía en general a debatir cualquier propuesta con altura y en una atmósfera de respeto mutuo; invitemos a deliberar con ideas nuevas que puede ser a través de paneles, conversatorios, presentación de planes, etc. ya sea en radios locales o televisión entre los distintos candidatos, un moderador transparente y objetivo, y la presencia del colectivo como único actor que formule sus propias conclusiones.
Dr. Saúl Mayorga Puma, MSc.
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