jueves, 21 de abril de 2011

FIRMEZA CORPORAL Y EJEMPLO DE AMOR

EL AMIGO DEL HOGAR
Guaranda, 24 - 04 -2011

FIRMEZA CORPORAL Y EJEMPLO DE AMOR

Son las 08H30 del día domingo 3 de abril del 2011, mientras camino con mi esposa por los fríos pasillos del Hospital Eugenio Espejo, escucho una voz que llama por mi nombre y es precisamente el padre de dos jóvenes internos de esta casa de salud, que se recuperan de un transplante de riñón, ellos son  Hugo y Anita Gómez Zapata, oriundos de la parroquia Magdalena, cantón Chimbo, provincia de Bolívar; el primero, de 26 años y  miembro activo de la Policía Nacional en calidad de donante; y, Anita de 29 años, receptora de la víscera, de profesión maestra parvulario.

Estando en el elevador, siento una necesidad intrínseca de vivificar el estado de ánimo de nuestro amigo y evitar la tristeza destellada en sollozos de un padre que suplica y agradece al Creador por la vida, la convalecencia de sus hijos y la solidaridad humana; e, inmediatamente exalto mi rogativa a Dios para que conceda todas mis fuerzas y el suficiente valor al momento de ingresar hacia los pacientes, pero cual mi sorpresa, que entre seis internos que observo desde la puerta principal, hay uno que sonriente pronuncia mi sustantivo y saluda con su manito derecha, él es Hugo, emocionado al verme y con todas sus energías de un hombre descendiente de una cultura rebelde como los chapacotos; e, inmerso en los ideales de las filas policiales, sin ningún resquemor ni difidencia revela que fue su decisión donar el riñón a su hermanita, aún antes de someterse a los exámenes para comprobar su estado de compatibilidad y sin pensar en el desenlace final, pues lo único que le importaba era la vida de Anita y la tranquilidad de toda su familia; pero ese deseo no quedaba ahí, un joven que solicita permiso a la Institución Policial para intervenirse quirúrgicamente, él, conmovido internamente por su dolor corporal y con una leve limitación física por toda su vida, todavía exhortando tranquilidad a sus familiares, amable y sonriendo con las visitas; algo extraordinario que los seres humanos de esta sociedad aún incomprensible deberíamos adoptar como una gesta paradigmática frente a las diversas conductas y comportamientos de nuestros congéneres.

Al despedirnos de Hugo y echando de ver del buen estado de salud de Anita, rumbo a nuestro hogar por la Av. 6 de Diciembre con dirección sur - norte, mi esposa no deja escapar su asombro por el espíritu valeroso y vocación de solidaridad de Hugo, que en su plena juventud haya tomado tan inconcebible ultimátum, suma de verdadero amor para su hermanita y una medida con dos únicos resultados: la vida o la muerte. A medida que avanzo en el auto, permanezco exhausto y pensativo por unos segundos, pero en mi reacción puedo percibir únicamente que detrás de todo esto, hay un Dios que nos coloca un camino escabroso y nos brinda esa posibilidad abstracta de entender hasta dónde somos capaces los seres humanos como respuesta a nuestra paciencia, sacrificio, respeto, perseverancia, humildad, fe y solidaridad.

Una acción de esta naturaleza merece el reconocimiento de toda la sociedad, como se hace con los grandes deportistas, con los héroes que honran su vida por la defensa del honor patrio, así también hay que reconocer el ejemplo de estos jóvenes provenientes de un pueblo chico pero grande en cultura, sentimientos y solidaridad; de igual manera, el profesionalismo del Dr. Wilson Salazar, Líder de nefrología, diálisis y transplante, su equipo médico, enfermeras, anestesiólogos y personal administrativo del Hospital Eugenio Espejo; y, al Programa de Protección Social del Ministerio de Salud Pública, por recuperar la vida de Anita y el pronto retorno de Hugo a las filas policiales, pero a una dependencia que le garantice suficiente equilibrio entre las actividades laborales y su salud, haciendo uso de las normas y principios del buen vivir. Felicidades y mucho tiempo de vida, Hugo y Anita.

Saúl Mayorga Puma
mayorga_saul@yahoo.es

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